Hay un día en el que te das cuenta que eres demasiado viejo para morir joven, y no es otro que cuando te llaman por primera vez “Señor” (“Señor o Señora”).
Es síntoma precoz. Un aviso de la vejez anticipada. No tienes canas, no haces ruiditos al levantarte, ni sabes si va a llover o no en función de lo que te duelen las rodillas. Pero ese día, vuelves a tu casa y sabes que algo huele mal.
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Tiene usted toda la razon, señor. 😉
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